Origen del mantón flamenco.
El mantón flamenco es también conocido como el ‘mantón de Manila’ y, aunque su denominación esté relacionada con las antiguas colonias españolas en Filipinas, su origen tiene lugar en China hace unos 4000 años.
El mantón llegó a España mediante las rutas comerciales que venían de Oriente, lo cual explica los motivos orientales que encontramos en muchos de los mantones más antiguos, bordados a mano sobre la seda. Aunque en sus inicios el mantón se utilizó principalmente como prenda para combatir el frío, en el siglo XVIII se popularizó entre las damas clases altas, convirtiéndose así en una prenda esencial para el traje de flamenca y otros tipos de vestuario regional.
En la actualidad, el mantón sigue siendo un complemento de moda muy utilizado en grandes eventos, especialmente en Andalucía, sin olvidar la importancia de la utilización del mantón en el flamenco. Y es que, aunque el oficio del bordado había ido perdiéndose, el mantón en nuestros días está más de moda que nunca. Aparte del colorido y los motivos exquisitamente bordados, la conciencia de lo antiguo ha permitido que el mantón sobreviva como una joya de coleccionista, muy popular en nuestros días gracias a las redes sociales.
El mantón y su incorporación en los espectáculos de flamenco.
Las primeras apariciones del mantón de Manila en los espectáculos de flamenco fueron en los cafés cantantes. Recordemos que los cafés cantantes fueron esos lugares de ocio donde, entre otros tipos de espectáculos, el flamenco comenzó sus andaduras como los antecesores de los tablaos flamencos.
‘La Macarrona’, ‘Pastora Imperio’ o Matilde Coral fueron artistas del mundo del flamenco que crearon especial tendencia hasta llegar a nuestros días, siendo actualmente muy común ver el mantón de Manila en los teatros y tablaos de flamenco, muchas veces acompañando a la bata de cola. El uso del mantón le otorga belleza y elegancia al baile, siendo una de los elementos que más vistosidad le aporta. El mantón en el flamenco es considerado como una especie de extensión del cuerpo de las bailaoras, un elemento que genera movimiento de diversas formas, acentuando el compás dependiendo de los distintos palos que se interpreten.
Aunque la interpretación de los palos varía, las bailaoras suelen seguir unos movimientos: pegado a los brazos acompañando el braceo de la bailaora; mecido por la zona delantera o trasera del cuerpo; también suele imitar el movimiento de un capote de toros o agitado a modo de circunferencia por una sola mano, entre otros.
En Casa Ana es muy habitual ver a Cristina Soler, entre otras de nuestras bailaoras, haciendo un uso magistral del mantón junto a la bata de cola.
Para impresionar y gestionar un correcto uso ante el público, el mantón debe destacar por su vistosidad, caída y movimiento. A continuación, se muestran una serie de características que debe cumplir para que el mantón sea adecuado para el baile:
En esta web podéis encontrar mantones muy creativos y personalizados.
El mantón flamenco puede presentar diferentes tipos de motivos. Normalmente destacan:
Un mantón flamenco bien cuidado es una prenda que pasa por distintas generaciones, de esta forma se convierte en algo simbólico en la familia. Por ello, debe ser cuidado y conservado de manera muy preciada:
Si se nos ha arrugado el mantón, lo adecuado es dejarlo un par de días estirado en una superficie plana: el peso de los detalles y los flecos hará que este recupere su forma inicial y no se dañará el tejido.
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